-¡Es la primera
vez que me pasa algo así!- grito Virginia muy enojada.
-¿De qué hablas?-
pregunto Daniel un poco agitado. Había empezado a llover torrencialmente tres
horas atrás.
-De que es la
primera vez que camino dos kilometro bajo una tormenta tan fuerte como esta.
Virginia y Daniel eran mochileros, se encontraban caminando por un campo donde
no contaban con ningún refugio para protegerse y descansar un buen rato.
-Es verdad, yo
también que recuerde, es todo campo, todo verde y tanto la niebla como el
viento no ayudan mucho que digamos…
Ya se habían
cansado de hacer dedos a los autos que pasaban para pedirle un aventón de algún
desconocido que los ayudara hasta llevarlo al pueblo más próximo de donde se
encontraban. –Menos mal que te hice caso de llevar las
camperas impermeables-dijo Virginia. –Viste es que tengo el don de saber cuándo
va a llover- comento Daniel seguido de una risa. De lejos parecían dos
jorobados ya que contaban con la mochila debajo del pilotín. Finalmente luego
de caminar otros veintes minutos sin descansar pudieron divisar una colina en
donde estaba instalada una gruta con una virgen en su interior.
Tuvieron que
atravesar una extensa laguna que se había formado a lo largo de la ruta. Las zapatillas quedaron completamente
cubiertas con un barro muy espeso. A
medida que se acercaron descubrieron que era bastante grande en comparación con
otras grutas que habían visto anteriormente los dos. La virgen era de
aproximadamente dos metros, su túnica era negra con flores violetas pintadas a
lo largo de la misma. La pintura de la piel simulaba una tez muy pálida y
contaba con ojos de color verde. El pelo era pelirrojo. La escultura se hallaba
rodeada de flores que en su mayoría eran rojas. Predominaban las rosas y los
tulipanes. En las paredes había muchas
fotos pegadas o clavadas en los ladrillos. También contaba con cientos de
papelitos en los que le pedían cosas a la virgen.
Al fin debajo de
un techo- dijo Virginia sentándose en el piso. Mientras contemplaban el paisaje
en el que se hallaban, un rayo cayó en medio de la ruta, en donde minutos atrás
habían estado. Los aturdió por
completo.-como nos salvamos-dijo Virginia.-Tuvimos suerte-acoto Daniel. Se saco
la campera, luego la mochila y la dejo en un recoveco. Su amada hizo lo mismo y
se puso a su lado, abrazándolo y luego dándole un apasionado beso. –Nunca había
visto un rayo tan cerca-comento Daniel. A los pocos minutos los dos se quedaron
roncando profundamente. Las horas pasaron y la tormenta también paso. El cielo
se despejo alejando las enormes nubes grises que llevaban tantos días. El sol
del atardecer apareció muy radiante y con un tono anaranjado que pocas veces se
ve. Virginia se despertó y lo contempló mientras fumó unos cigarrillos. Después del crepúsculo
se despertó Daniel con un fuerte bostezo.-Necesitaba descansar las piernas-
dijo mirándola. -Yo igual, y la espalda también, no me quiero imaginar si
tuviera la mochila grande de campamento.- Vamos a cambiarnos los pantalones y
las medias-dijo Daniel.
Se cambiaron y
pusieron la ropa sucia en una bolsa.-Lo tendríamos que haber hecho antes-dijo
Virginia y los dos lanzaron unas fuertes carcajadas. –Comamos algo, no aguanto
más-comento Daniel. -¿Y después que hacemos?-acoto Virginia mirándolo fijamente
a los ojos. -Me parece que lo mejor sería pasar la noche acá, hay muchos cables
cortados y zonas inundadas. Aparte es una zona de poco tráfico, vamos a perder
tiempo haciendo dedo.
-Estoy de
acuerdo, mejor descansemos más tiempo así mañana estamos bien, faltan 40
kilómetros para el próximo pueblo, esperemos que alguien nos lleve, no quiero
caminar mas.-Caminar es lo principal para ser mochilero, vos te los buscaste-
le dijo en tono burlón seguido de una carcajada. Pero Virginia no le siguió el
juego y en vez de sonreírle bostezo.
-Mira lo que
descubrí-dijo Daniel prendiendo un interruptor que encendió una luz que ilumino
todo el vidrio que cubría a la virgen. Se quedaron los dos durante unos
segundos contemplando a la figura que se imponía ante el cielo que estaba cada
vez más oscuro.
-¿Qué virgen
será?- dijeron los dos al mismo tiempo seguido de risas. –Debe tener alguna
placa -dijo Virginia fijándose
alrededor de la estatua. –La robaron o se salió- dijo señalando donde había un
hueco rectangular. Se notaba que tenía dos agujeros donde iban los
tornillos.
Comieron unos
sándwich y contemplaron el enorme cielo
repleto de estrellas.-Tengo un regalo para vos-dijo Daniel sorprendiéndola.-A
ver….comento contenta esperando con que la iba a sorprender. Busco en uno de
los bolsillos de la mochila y saco una enorme barra de chocolate. -¡Gracias, me
muero por comer algo dulce!- acoto alegremente. Lo partieron por la mitad y
siguieron contemplando la noche con la
luna como protagonista principal.
De golpe Daniel
noto unas luces que ascendían en el horizonte. Saco los binoculares de su
mochila y camino unos metros hasta llegar a donde comenzaba la laguna que
habían atravesado horas atrás. Esperaba que sea algo extraño como un ovni o
algo por el estilo pero era un avión. Lo contemplo igual hasta que desapareció
del alcance de su vista.
-¿Qué era?- Grito
desde lejos Virginia. –Nada, un simple avión- dijo con un tono medio triste.
Estaba subiendo la colina cuando noto que alguien paso corriendo velozmente
detrás de la gruta y se escondió entre los árboles. A pesar de estar lejos le
pareció que era de baja estatura.
Sintió un
escalofrió que le recorrió todo el cuerpo.
Se palpo y sintió que tenía el cuchillo en el bolsillo del
pantalón.-Mejor así-dijo en voz baja. Corrió hasta donde estaba Virginia y le
dijo: -acabo de ver una
sombra, tenemos compañía. Ella se sorprendió y le alcanzo una linterna que
tenía en la mano.-Te acompaño, no me dejes sola, por favor. –Está bien, pero tenemos
que estar muy atentos y siempre juntos. Salieron en fila india, Daniel alumbro
al árbol que le parecía haber visto en donde se había escondido la silueta,
pero después de rodearlo no encontró nada.
Se dieron cuenta que a lo lejos estaban rodeado de un pequeño bosque.
Virginia noto que en unos de los arboles
que estaba donde comenzaba el bosque comenzaban a caer hojas. -Halla hay
algo- le dijo señalando. Fueron lentamente alumbrando pero no veían nada, solo
las largas y enredadas raíces de un viejo árbol. Se estaban por dar vuelta
cuando vieron caer una rama y escucharon una risa. Parecía de un niño. Se acerco
y cuando alumbro para ver detenidamente las ramas alguien salto cayendo
a centímetros de Daniel. Virginia pego un grito. Daniel temblando alumbro su
rostro y pudo darse cuenta que se trataba de un niño. Vio que tenía el pelo
blanco del mismo tono que la piel y sintió un escalofrió. –Me abra parecido a
mí, estoy muy nervioso-pensó. Este miro
hacia un ángulo del bosque y volvió a reír nuevamente. Salió corriendo hacia el
oeste y se perdió entre los árboles. La linterna se le cayó al suelo.
Virginia grito nuevamente un alarido más largo
y salió corriendo en dirección al bosque. – ¡Espérame!-grito Daniel. Pero esta no le hizo caso y desapareció
enseguida de su vista.
Mientras iba a su
encuentro otro niño paso corriendo al lado suyo en dirección opuesta pero
cuando lo alumbro ya estaba muy lejos. -¡Espera!, ¿Qué pasa?, ¿A dónde van?- Le
grito Daniel, pero este pareció como no oírlo y siguió corriendo hacia
adentrarse en el bosque.
-¡Daniel!-grito
Virginia y pudo ver a los lejos una llama que se agitaba de un lado para el
otro. Era la llama del encendedor. Fue a su encuentro y cuando llego tuvo que
esperar unos segundos para poder hablar. Estaba muy agitado. –Habíamos quedado
que no nos separábamos- dijo Daniel enojado. –Lo siento, fueron esos niños…
¿Qué está pasando?-pregunto Virginia con un tono de voz perturbado.
-No sé, es todo
muy extraño, esos niños corriendo de noche en la oscuridad, uno se reía y el
otro parecía asustado. –Fue como si no nos hubieran visto, ¿viste?- dijo él.
Sí, me tuve que correr para esquivarlo y ni me miro.- Es muy raro, aparte, en este sitio desolado, no entiendo
nada. En ese momento comenzaron a escuchar
un canto que levemente iba aumentado. Era una voz que estremecía, pero muy
dulce. El tramo de la canción que
pudieron oír decía:
“Todo es ausencia,
dulce carencia.
Necesito hablar con alguien.
Pongo el mundo en off, apago nervios,
ya lo creo que...
Dios es una mujer de
piel negra,
es una mujer…”
Lentamente como hipnotizados siguieron el canto, decidieron
apagar la linterna. De repente algo le llamo la atención a Virginia.-Mira…-comento.
Vio a la luz de la luna, una pareja de adolescentes que se
besaban contra un árbol.
Virginia vio que Daniel estaba por alumbrarlos con la
linterna y le tomo la mano haciéndosela bajar. -Para…están entretenidos, mejor
no lo molestemos-Le susurro al oído. Es que quería preguntarle si saben algo de
esos chicos. O de la mujer que está cantando. El canto se escuchaba más alejado
y parecía provenir desde el norte.
Te entiendo, pero caminemos un poco más, tengo curiosidad
por la mujer-comento ella. Está bien-dijo no muy convencido. Trataron de alejarse
sin hacer ruido, pero Daniel piso un rama seca que emitió un crujido y se hizo
un tajo que lo lastimo bastante.-La concha de su madre- Grito dolorosamente y
después de darse cuenta de lo que acababa de cometer se tapo la boca.
Se quedaron atentamente esperando que alguno se asomara a
mirar hacia su dirección, pero la pareja siguió en su asunto. Esto les pareció igual de extraños que los
niños.
Siguieron caminando tomados de la mano durante un largo
trayecto. Se aproximaban más a la voz y
lograron escuchar una estrofa que decía:
“su juventud adora
envejecer
marchito el jardín
la hiedra crece
entre tú y yo
corazón mordido
se desangra herido
dios es una mujer de piel negra
es una mujer
dios es una mujer de piel negra
es una mujer...”
Que canto tan extraño. Me parece haberlo escuchado. -¿Si?,
es muy raro.- Me hiela la piel. A mí el alma. Parece muy triste.
Sacando la voz de la mujer, solamente se escuchaban algunos
grillos y el canto de lo que parecía ser una lechuza.
De golpe Daniel noto que sus zapatillas se habían mojado por
completo. Se detuvo haciendo que Virginia se chocara con él. Lo siento es que
hay agua. -Mira- le dijo alumbrándole con la linterna una laguna muy similar a
la que habían cruzado en la tarde. No era muy ancha pero si larga. Era una zona donde había pocos árboles. Como
el suelo venia en bajada tenían miedo de que sea más profunda de lo que
imaginaran. Además no le daba mucha confianza a Virginia pisar esas aguas. Bordearon la laguna pero se dieron cuenta de
un pequeño detalle: acababan de perder la voz de la mujer.
Perdimos la voz, mejor volvamos-dijo Daniel. Caminemos un
poco más, es por aquella dirección-dijo Virginia. Subieron una subida muy
empinada agarrándose de las raíces de un árbol que parecía tener muchos años. Espera,
le dijo el tomándola de la mano. -Tendríamos que haber hablado con esa pareja.-
Es todo muy raro.- No quería molestarlos, estaban muy entretenidos. Igual no
creo que sepan mucho más que nosotros.-
Pero capaz que si…
-¿Qué te pasa?, ¿no queres ver quién es la que canta y ver
quien son esos niños? -Está bien,
sigamos, yo fui el que se metió acá, me hago cargo. -Estoy cansado y algo
nervioso, nada más. Se besaron y siguieron caminando. Después de caminar varios
minutos siguieron sin escuchar el canto. Me parece que la cantora cambio de
rumbo. Si, pensaba lo mismo. -Sostenme la linterna que tengo los cordones
desatados- comento Daniel. Mientras se
agachaba miro en dirección al este y
entre los yuyos noto una llama a lo lejos. Después de mirarlo con el binocular se dio cuenta de que era un fogón ya que
estaba acompañado de dos troncos.
Hay una fogata allá. Acerquémonos más. Caminaron con la
linterna apagada nuevamente y al estar cerca pudieron ver con más detalles. A
unos metros del fogón, un largo tablón estaba ocupado por varias personas.
Solamente se podía observar lo que parecían dos personas. Eran las más próximas
a la llama que tenían iluminado la mitad de sus cuerpos. Estaban comiendo, pero
al igual que los niños tenían el pelo del mismo color que la cara: blanco. Retrocedió
unos pasos para atrás y se alejo lentamente el binocular. -¿Qué pasa? Quiero
ver…-dijo su mujer.
Se lo saco de la mano y al ver aquellas misteriosas
presencias, su rostro se horrorizo. Esta los miro durante varios segundos. Su ropa también era blanca, y al hacer más
zoom noto también que sus labios y bocas eran blancos. -¡Volvamos!…. Volvamos,
son fantasmas-grito. Se dio vuelta
mirando como Daniel tenia la mirada perdida, pero algo que venía detrás de él,
hizo que soltara la linterna y largara
un largo alarido de horror.
Le pudo alumbrar a la silueta que iba al encuentro de su
pareja y vio un rostro tan blanco como una hoja de papel. Al correrse su esposo,
noto que llevaba varias ramas entre sus brazos. Virginia salió corriendo y
Daniel lo siguió. Corrieron sin detenerse hasta llegar a toparse con la laguna.
Agitados los dos se
sentaron en el piso apoyados sobre un árbol. Menos mal que la luna era llena porque
si no hubieran tenido dificultad para orientarse. Y también más terror.
Tranquila, tranquila, ya estamos lejos- le dijo Daniel muy
agitado, rodeándola con su brazo. Pero
el que estaba más nervioso y no paraba de mirar para todos lados era él. -Son
fantasmas-comento su mujer. -Creo que sí, humanos no son. Viste que tenía
razón, son todos blancos. Algunos estaban comiendo en la oscuridad, eran
sombras pero pude notar que comían.
Después de toparse con los chicos habían comenzado a hablar
en voz baja, y siguieron haciéndolo hasta la mañana siguiente. Si bien no
contaban con la linterna y tenían que caminar detenidamente para no llevarse
alguna raíz por delante o algo por el estilo, les pareció llegar a la gruta
rápidamente. Y esto les jugo en contra, ya que pensaban que estaban cerca de
los supuestos entes que acababan de ver.
A pesar de estar muy agotados los dos, durmieron unas pocas horas. El día había vuelto a amanecer con una espesa
niebla y con un hombre encapuchado mirándolos fijamente. De su rostro solo se
le notaba una nariz grande y curva.
Los dos se quedaron atónitos
ante la llegada del desconocido. Llevaba
una túnica de color marrón oscuro atada con una soga que les llegaba hasta las
rodillas. Se acerco lentamente y
mirándolo a Daniel le dijo. –Los estuve observando desde que llegaron pero decidí
esperar que sea de día, no quería asustarlos.
Daniel se palpo para saber si tenía el cuchillo y al darse cuenta que lo
llevaba encima se paro acercándose unos metros. –Hola, ¿necesita algo?- le
pregunto al desconocido.
-hola, antes que nada, me pueden llamar Ermac. Su voz era
bastante grave y por como pronunciaba las palabras parecía extranjero
-Ermac…-dijo Virginia.
Al darse cuenta que
el desconocido lo miro, se ruborizo diciendo que nunca había escuchado ese
nombre.
-Solamente quería decirles que fue lo que les sucedió
anoche…
-Los dos se encontraban muy nervioso ante la llegada de
aquel desconocido, su vestimenta y
nombre les parecían raros y hacía horas que habían vistos supuestos espíritus.
-¿De qué hablas?-
dijo haciéndose el distraído. De lo que
vieron en el bosque. Se saco la capucha y le pudieron apreciar mejor su rostro.
Contaba con una enorme cicatriz que le cruzaba el ojo izquierdo. Su pelo de
color castaño oscuro era largo y enmarañado. Virginia lo miro a Daniel y luego
dijo: -Vimos fantasmas de distintas personas, eran completamente blancos, sus
pieles, sus rostros, sus ropas…
- Me lo imaginaba, yo también los conozco bastante bien…
vivo cerca de este lugar. –No están locos, son completamente blancos.
–Seguramente abran
visto a una pareja de adolescentes, muy cariñosos entre ellos, a unos niños
correteando por ahí y a una mesa con gente comiendo en la oscuridad, ¿no es
así? – Los dos seguían muy perturbados y atentos ante las palabras de aquel
misterioso hombre. -Sí, y también
escuchamos el canto de una mujer-dijo Daniel. -Cierto, me la estaba olvidando,
la mujer también es como ellos. -Como verán por mi vestimenta soy un monje.
Vivo en aquella catedral abandonada-Les dijo señalando hacia el bosque. Era una
dirección opuesta a la que habían estado en la noche.
Se podía ver como sobresalía una cruz entre los árboles y
pinos. -Les contare lo sucedido pero si primero aceptan almorzar conmigo.
-¿Aceptan la invitación?- Daniel y Virginia se miraron mutuamente, los dos
recordaron las veces que habían estado con gente de apariencias extrañas y
nunca les había ocurrido nada. Pero también la pareja tenía el presentimiento
que no debían confiar en el desconocido pero a la vez le carcomía saber la
verdad. Virginia recordó que en la mañana había revisado las mochilas y no le
quedan alimentos entonces al pensar que posiblemente pasaría hambre hasta el
anochecer asintió con la cabeza.-Si, me gustaría, gracias por su atención…-dijo
Daniel al ver la respuesta de su mujer y agarro las dos mochilas del suelo.
Los tres llegaron
rápidamente frente a la catedral sin decir una palabra. Estaba formada por
enormes bloques de adoquines. Tenía el techo hecho en dos aguas, compuestas por
tejas verdes. Muchos gorriones estaban sobre la misma. Varios vitrales en formas rectangulares estaban rotos,
parecían por piedrazos. -¿Por qué esta abandonada?-pregunto Daniel. -Por el
simple hecho de que no venia gente. Las últimas dos misas, solo concurrieron
tres personas. Antiguamente, hace 40 años atrás, donde ahora está localizado
este bosque, había un pueblo. Se llamaba Ceibo viejo. Contaba con 3700
habitantes. Una extraña peste venida desde muy lejos lo hizo desaparecer del
mapa, en tan solo 35 días….
-Caían muertos como arañas envenenadas…
-¡Que horrible!- dijo
Daniel tristemente. Perdone mi curiosidad pero… ¿sabe como era el nombre
de la peste?
-Jamás supe el nombre, vinieron científicos de todas partes,
durante varios años, era desconocida. Los síntomas eran vómitos, diarreas y
cefaleas. Pero muy intensos… los tres síntomas.
Y el cuarto síntomas era el peor de todos. Ataque cardiaco. Nadie se
pudo escapar del ataque al corazón, y después algo raro les pasó a las víctimas,
su piel se volvía muy elástica y pálida. Las venas se veían dibujadas por todo
el cuerpo. Sobresalían como si fueran relieves de alguna escultura. Ningún
medico había visto algo igual. Nadie supo porque el organismo se comportaba de
ese modo luego del ataque cardiaco. Pero lo que si encontraron fue quien lo
originaba. -¿Qué cosa era el culpable?-dijo rápidamente Daniel. La culpable
mejor dicho…-acoto Ermac.
-Era la virgen que está en donde fue su refugio. La virgen
apareció en el mismo lugar que está ahora, nadie sabe quien fue la persona que
la trajo. La gente del pueblo venía a orarle y muchas tocaron a la estatua o la
besaron y se contagiaron de la peste.-Virginia recordó que había tocado el
vidrio, se puso pálida y le comenzó a faltar el aire.
Ermac se dio cuenta
de la situación y aclaro que en ese
entonces no tenía un vidrio que la protegiera. –Qué alivio-dijo ella lanzando
un suspiro. Entonces se fueron
contagiando entre sí, yo fui el único que me encontraba ausente debido a un
retiro espiritual en tierras muy lejanas, gracias a Dios. Ocurrió hace 40 años atrás, cuando la virgen llego, el pueblo
desapareció. La gente de otros pueblos cercanos sabe de la historia y
piensan que la virgen esta maldecida. –Al igual que el lugar que lo rodea.-Qué
extraño….-acoto Virginia. -No tanto como lo que vimos anoche- dijo Daniel
mirándola con una mirada despectiva. Vengan pasen y seguimos hablando mas cómodos.
Hace años que no tengo visitas. –Muy poca gente anda por estas tierras, como
les decía.
- Ermac abrió la puerta de la vieja iglesia y unos gorriones
salieron revoloteando, el ruido de las alas hizo retumbar el lugar. Pasaron en
fila india.- Acompáñenme. Les prepare unas tazas de té. Pasaron entre los dos
conjuntos de bancos que estaban ubicados en
hileras hasta llegar al altar. Había estatuas de santos y vírgenes por
todos lados, estaban muy bien hechas. Una imagen de Jesucristo bañada en oro
colgaba resaltando la pared. –Tomen asientos-les dijo señalando unos sillones
que estaban rodeando una mesa ratona. Detrás de los mismos se podía apreciar un
altar que tenía una biblia abierta en dos.
El piso estaba forrado de una felpa verde del mismo tono que el techo,
con líneas y firuletes en tono dorado. En algunas partes estaba rasgado y se
notaba el antiguo piso de madera.
Volvió con dos libros que parecían muy antiguos forrados en
cuero. Los dejos en un estante donde había un
cáliz muy deteriorado que cumplía la función de pisapapeles sobre unos
papiros. Virginia le estaba mostrando a Daniel que la herida en la pierna se estaba infectando al estar
llena de barro cuando de repente Ermac los interrumpió.
-¿No le molestaría si pongo algo de música?-comento. Para nada, es tu casa-dijo Daniel. Una música
extraña, que parecía budista, comenzó a
retumbar por toda la enorme sala.-Voy a
buscar las tasas-acoto Ermac. Era extraño estar en un altar de una iglesia
abandonada en medio de un lugar donde no había nadie. Daniel le susurro al oído
diciéndole que se quedara tranquila y que no tenga miedo. También le recordó
que contaba con el cuchillo. Volvió con una bandeja grande que contaba con una
cafetera con dos tazas que le sobresalían los hilos de los saquitos del té. En
el medio de las dos tazas había un plato con unas cuantas medialunas. Dejo la
bandeja sobre la mesa.
Con la tasa en la mano, a Virginia de golpe se le ocurrió
pensar que pasaría si le habría puesto alguna sustancia para dormirlos u algo
por el estilo. Pero ya era tarde para decirle que no, tendría que haberlo dicho
antes y hacia semanas que no tomaba te. Daniel a ver que su esposa le temblaba
la mano y que miraba dentro de la taza como si fuera algo extraño que jamás
hubiera visto en su vida, trato de distraerlo a Ermac para que no notara lo
sucedido. –Volviendo al tema de la virgen… ¿cómo es su nombre?
El monje con una servilleta señalo unas páginas del antiguo
libro, lo cerró y lo dejo sobre la mesa.
-Desde que esta en este lugar nunca tuvo nombre. Siempre le falto la
placa en donde llevaba su nombre. He
recurrido a muchos sitios tratando de encontrarla por su vestimenta pero nadie
tiene registro de la misma. -La verdad que es un caso único-dijo Virginia y le
dio un largo sorbo a su tasa.-Por cierto, están muy buenas las
medialunas-comento Daniel con la boca llena y la mitad de una en su mano. Los
cantos de unos monjes budistas en algún extraño idioma seguían escuchándose de
fondo.
-Muchas gracias, las hice yo-dijo Ermac con una leve sonrisa.
-¿Y la iglesia como tomo el tema de la virgen y de lo ocurrido?-pregunto
Daniel. –Se opuso rápidamente al ver las miles de muerte que había ocasionado
esta virgen. –Además todavía piensa que es obra del ocultismo, de alguna secta.
Su orden era romperla hasta hacerla desaparecer, pero yo decidí plantearle lo
de la gruta y de cubrirla con vidrio para proteger a las personas. Es un vidrio
blindex. La iglesia al no haber ningún pueblo cerca en kilómetros aceptó
finalmente pero con la condición de que si algún día se establece un pueblo
cerca deberá desaparecer de donde se encuentra.
-Sé que es un riesgo muy grande pero esa estatua tiene algo
que me dice que esa virgen no debe ser destruida…
-¿Se puede saber que es ese “algo”?-dijo Virginia en un tono
que parecía enojada.
-La virgen cuando hay hechos de mucha violencia y muerte
llora sangre, creo que en realidad esa fue la razón principal por lo que me
permitieron dejarla.
-Que buena historia-dijo Daniel. Virginia dejo el pocillo
sobre el plato y le pregunto si tenía alguna conexión con lo que habían visto
en la noche.
-Ninguna-dijo
seriamente. –Empezare a contarle la historia de una vez por todas.-Pero me
encanto la historia de la virgen, fue increíble- comento Daniel rápidamente y
excitado.
-Lo que ustedes vieron anoche eran estatuas.
Lo que menos esperaban era esa respuesta y se quedaron
paralizados y desconcertados ante semejante respuesta. Pero no estaban tan
lejos de lo que ustedes creían. Son espíritus, fantasmas, entes o como ustedes
quieran llamarlos, dentro de estatuas.-Estatuas…dijo pensativamente Virginia
conectando con el recuerdo de las estatuas vivientes que trabajan por unas
monedas ante las miradas de la gente que paseaba por el centro de Rosario, su
ciudad natal. –Están atrapados por un hechizo que yo mismo les hice para que
puedan descansar en paz. Son las almas
de personas que murieron de formas trágicas por asesinatos o accidentes. Cuando
una alma no consigue descansar en paz, queda entre lo que es el cielo y el
infierno, el planeta tierra…
-Pero se hallan en otro plano, en otra dimensión, en ese
lugar están todas las almas que murieron trágicamente y no pudieron realizar lo
que querían en nuestra dimensión. O no se quieren ir a su próximo destino por
miedo a encontrarse con el infierno, debido a haber cometido algo que realmente
lo atormenta mucho como por ejemplo haber matado a una persona. En ese lugar en
donde se encuentran, los ángeles y demonios no pueden acceder. Por último están
también los que necesitan comunicarse para decir algún mensaje a sus seres
queridos como es el caso de la cantora que oyeron que no se suicido de un tiro
en la cabeza, sino que su hermana la asesino para cobrar la herencia de su
padre y de esa forma no tener que dividirla en dos. –Y eso es principalmente lo
que sucede. Quedaron callados por unos segundos, en la música se escuchaban
unos tambores acompañados de instrumentos extraños. Unos silbidos parecían de
flautas muy agudas. –Que historia tan asombrosa-dijo Virginia. -No puedo creer
que sea de verdad, pero anoche ya lo comprobé-dijo entrecortado tomándole la
mano a su mujer. –Seguro que tienen más preguntas por hacerme. -¡Muchas!-dijo
Virginia seguido de una risa.-Dime-dijo Ermac.
-¿Las veinticuatro horas están estas estatuas vagando por
esta zona?
-No, el conjuro está hecho para que sea desde las 11:00hs pm hasta la salida del
sol.
-¿Pueden vagar por cualquier zona, estos fantasmas?
-Esta catedral, al igual que la mayoría de catedrales e
iglesias del mundo está construida sobre tierra santa. Solamente puede vagar
por esta zona donde es santa, que principalmente es donde está ubicado este
bosque.-Que mas deseas saber…
-¿Por qué corren los niños?, ¿porque canta la mujer?, y esas
personas… ¿qué hacían reunidos comiendo?
-Los niños juegan a las escondidas, la mujer canta, la
pareja de adolescentes se besan, las personas comen un asado y charlan entre
ellos. Estas acciones son las que ellos deseaban hacer el día de su muerte y no
la pudieron realizar. Son acciones que deseaban efectuarlas con todo el corazón
y después de su muerte siguieron haciéndolas, pero en el lugar de su muerte.
Que en la gran mayoría fue en su casa donde habitaban, o en el tramo de la ruta
o calle donde murieron. Por eso mi misión era trasladarlas para dejar en paz a
los familiares o cualquier persona que se encuentre con estas presencias. Todos los días en el horario en que fueron
muertos hasta el comienzo del otro día podrían aparecerse y hacer dichas
actividades, asustando a los que se
encontraban en el hogar donde vivía esta persona u ocasionando accidentes en
las rutas donde aparecían. Intentamos otros métodos pero el único que dio
resultado fue este conjuro.
Virginia después de un rato de intentar buscar otra pregunta
para decirle dijo: -Ya no se me ocurre una nueva pregunta, si queres pregunta
alguna vos Daniel.
El la miro a los ojos a su mujer que parecía estar meditando
y luego clavo la mirada en Ermac.-Ya respondiste todas las preguntas que tenia,
pero se me ocurrió una que es muy importante…
-A ver, pregúntame…
-¿Quién fabrico las estatuas?, y en la vida real, antes de
sus muertes… ¿Las personas lucían como las estatuas?
-Las estatuas las fabrique yo, además de monje también soy
escultor desde temprana edad. Amo las dos profesiones. Todas las estatuas de esta gran sala las
fabrique con mis manos. En cuanto a sus aspectos físicos, son los que contaban
las victimas antes de su muerte, trate de imitarlos lo mejor posible gracias a
fotos que me cedieron familiares o conocidos. Las fotografías necesitan ser
recientes a sus muertes, sino me resulta muy difícil hacer el trabajo.
-Necesitan lucir como lucían el día de su muerte sino el hechizo no es
realizable.
-¿Ya le aclare todas sus dudas?-dijo rascándose el pelo en
la parte de la nuca.
-La ultima y le prometo que no lo molestamos más.
-No son molestia, si yo los invite…
-Me dio curiosidad por saber cómo murieron las demás
personas que vimos anoche, la historia de la mujer que canta ya la sabemos.
-Bueno, a ver…los chicos que vieron son cinco, murieron
ahogados tratando de rescatar a un perro que se había caído en un rio. La
pareja que vieron besándose fueron acuchilladas por un asesino serial. El grupo
de personas cerca del fogón murieron en un accidente de tránsito, todos
viajaban en el mismo autobús, fueron amigos en su infancia. Hacían diecisiete
años que no se veían entre ellos, eran diez en total.
-Que muertes trágicas-dijo Virginia
tristemente.-Horribles-acoto Daniel perturbado.
-Bueno, debemos continuar el viaje hasta llegar al próximo
pueblo-dijo Virginia. -¿Van a Mocovi?- pregunto Ermac. -Sí, tenemos que tratar
de encontrar alguien que nos lleve.
-Yo me ocupo, tengo una carreta. No, ya hizo mucho por
nosotros, estamos acostumbrados a este ritmo de vida, de enserio-dijo
fuertemente Daniel. –Necesito comprar provisiones en Antiguo Jerusalén. – ¿Dónde queda?- Es una localidad que está a
setenta kilómetros de Mocovi. Se llega por un camino de tierra, espero que no
esté inundado.
Virginia y Daniel le agradecieron por su amabilidad a Ermac y
partieron atravesando un atajo por un camino que comenzaba cruzando el
bosque. A medida que transcurría su
trayectoria, entre la extensa arboleda, pudieron ir observando a la luz del
día, la mayoría de las estatuas que acababan de nombrar. Vieron primero a tres
de los niños, dos corrían muy juntos a esconderse, mientras el otro contaba
pegado a un árbol con el brazo tapándose los ojos para no ver a sus amigos.
Luego tuvieron que esquivar la carreta para pasar por al lado de la señora que
cantaba.-Al fin la pudimos ver-dijo Virginia con una sonrisa. Tenía el aspecto
de una mujer de 40 años aproximadamente, era de apariencia delgada, su pelo era
enrulado y notaron que contaba con una excelente dentadura al tener la boca abierta.
Poseía un hermoso vestido con elegantes bucles. –Lo que abra costado
hacerla-dijo Daniel en voz baja a Virginia. –Fue la que más me costo-dijo Ermac
con una sonrisa.
Por último pudieron ver a lo lejos el tablón con cuatro personas
que parecían que habían estado hablando entre ellas en el momento del amanecer.
Otras seis se encontraban sentadas sobre los troncos que miraban restos de
cenizas que horas atrás habían sido una alta fogata. Luego de salir del bosque
siguieron atravesando el camino entre un profundo maizal. Mientras Ermac seguía
conduciendo la carreta, Virginia y Daniel descansaron hasta llegar a Mocovi. –
¡Llegamos!-grito Ermac sobresaltándolos con su voz tan grave.-Lo siento por
sobresaltarlos-dijo con un tono más bajo. Se pusieron las mochilas y en respuesta a la
hospitalidad del escultor, le regalaron un enorme frasco de miel que habían
comprado días atrás. -¡Muchas gracias!-dijo alegremente y un poco sorprendido
ante aquella sorpresa.-Lo conservare para el invierno que se aproxima. –Fue un
gusto haber escuchado y vivido aquella historia de las ánimas, creo que nunca
me la voy a olvidar-dijo Virginia conmovida.-La historia de la virgen
también-acoto Daniel.
–Adiós, suerte a los dos, ya saben que después de la muerte
el viaje continua, les deseo lo mejor, fue un gusto hablar con ustedes, si
andan por estas tierras pasen a visitarme. -¡Lo tendremos en cuenta!-dijo
Daniel.
-¡Arre!-le dijo
tirando de las sogas amarradas al caballo.
Y la pareja se quedo abrazada mirando cómo se alejaba la carreta hasta
perderse de vista en una tarde con el cielo completamente despejado.